PARTE IV
LOS MUNDOS INFERNALES
En la base de la espina dorsal esta
ubicado el trono del Señor de la Forma, comúnmente llamado Jehová y Shiva. El linga es su símbolo. Cabalga el gran
toro de lo terrenal. Su hija es la muerte y la destrucción, no siendo, sin
embargo, una forma del mal. Construye los cuerpos que nos dan poder para
funcionar en los mundos inferiores. Él los cristaliza por medio de líneas de
fuerza. La geometría es el esqueleto, y todos los cuerpos que él construye son
problemas geométricos, ángulos geométricos cristalizados en rocas y piedras.
Gradualmente, la cristalización que trae cuerpos al mundo se vuelve demasiado
densa y no es capaz de responder a las impresiones sutiles de la conciencia
espiritual. Lentamente se convierte en piedra, y la muerte es el resultado de
la misma causa que trajo el cuerpo al mundo. Las primeras razas de la tierra
adoraban a los atributos procreativos de la vida. Ellos sentían que la más
elevada expresión de vida era el poder de dar una nueva vida al mundo. Por lo
tanto, el principio dador de vida fue personificado en una deidad dadora de
vida a todas las cosas, o más bien, que traía a la manifestación la vida
latente que no podía crecer o desarrollarse en el mundo físico sin el vehículo
de la sustancia densa.
Para el ocultista, el nacimiento es
muerte y la muerte es un despertar. Los místicos de la antigüedad enseñaban que
el haber nacido en el mundo físico era entrar a una tumba, porque ningún otro
plano de la Naturaleza es tan desacorde, tan limitado como el mundo terrenal.
El tiempo y la distancia eran las rejas de la prisión que encadenaban al alma a
vivir en un estrecho lugar. El calor y el frío atormentaban al alma, la edad la
privaba de sus facultades, y la vida del hombre no era más que una preparación
para la muerte. Como la vida se vive a la sombra de la muerte, ellos enseñaron
que es una mofa, una cosa hueca, dorada para la mirada descuidada, pero sin
brillo y carcomida, comida de gusanos, cuando la examinamos detenidamente. El
cuerpo físico se convertía en el sepulcro, la tumba, el cementerio en el cual
el espíritu yacía esperando el día de la liberación cuando, como una chispa
virginal, se levantaría otra vez dejando la rota urna de barro. Por lo tanto,
en todas las religiones tenemos al mundo inferior como un negro abismo, en el
cual Yama, de tres cabezas, arroja las almas condenadas para que sufran en el
infierno de su propia creación, porque es cierto que cada raza elabora de su
propia naturaleza, los demonios que la atormentan. Aquí Tifón, el dios egipcio
de la destrucción, con cuerpo de cerdo y cabeza de cocodrilo, espera con las
fauces abiertas para devorar a aquellos que no han sabido aprovechar las
oportunidades de la vida en forma adecuada. La mayoría de los pueblos
simbolizan al demonio dotándolo de un cuerpo parte animal, parte hombre. Mora
en la naturaleza animal del hombre, y aquéllos que son dominados por sus
apetitos, gustos y disgustos, sus odios y temores, no necesitan otra
condenación; han construido su propio infierno y están sufriendo sus tormentos.
El sistema generativo, esta,
gradualmente, siendo absorbido en el cerebro, y el hombre del gran período
venidero del mundo generará su especie, o al menos formará vehículos para él
por medio de la laringe, que es el órgano de la palabra hablada. Se nos ha
dicho que un pequeño cuerpo etérico, que será más tarde el órgano positivo de
la reproducción, se está construyendo, en forma gradual, cerca de la laringe.
Aquéllos que sean incapaces de levantar el fuego de la médula espinal, a través del canal Sushumna, serán arrojados a un reino lateral, semejante al de los
simios actuales.
Se supone que el cuerpo físico está
bajo el control de la Luna, la cual, como vosotros sabéis, gobierna todos los
líquidos de la Tierra. La Luna fue la última encarnación del espíritu de la
Tierra, y la raza humana pasaba por el estado de conciencia animal en el cuerpo
etérico del Señor de la Luna. Los espíritus lunares son llamados
"antepasados" y son conocidos por los cristianos como ángeles. Estos
seres tienen el control de los poderes generativos del hombre y el animal. La
entidad que se encarna elige, frecuentemente, muchos años antes, el vehículo
con que aparecerá en el mundo. Se dice que el germen etérico es colocado en el
cuerpo de los padres unos veinte años antes de que el niño venga al mundo. Esto
es el resultado de su búsqueda del ambiente adecuado a sus necesidades
materiales y espirituales.
Ciertas escuelas de ocultismo han
enseñado que la conciencia espiritual del hombre no estaba fija en ningún punto
del cuerpo, sino que estaba en cualquiera de las partes donde el hombre mora
con sus pensamientos. Nosotros sabemos que hay tres mundos donde el hombre
puede morar. El primero es el mundo mental, en donde puede vivir rodeado de sus
pensamientos, sus sueños y sus aspiraciones. El segundo, es el mundo humano,
donde él puede ser uno de esa gran clase media que piensa poco, come poco,
duerme poco y sufre incesantemente. Su tercer hogar posible, es un mundo
animal, donde puede morar en el medio de sus pasiones, lujuria, y odios, que
queman su alma y consumen su cuerpo. La historia de las razas primitivas
muestran que ellas se levantaron a través de esos estados hasta que, al final,
unos pocos se convirtieron en verdaderas criaturas pensantes.
La sangre de cada hombre es
individual. Cristalizada, forma dibujos geométricos que difieren en cada
persona, por eso, por medio del análisis de la sangre podría desarrollarse un
sistema mucho más seguro, para la investigación del crimen, que los sistemas de
Bertillón y de la impresión digital. La historia del alma humana está escrita
en su sangre. La posición que él ocupa en la evolución, sus esperanzas y sus
temores, están impresas en las formas etéricas que fluyen a través de su
corriente sanguínea. Hasta que la sangre roja no entra en el cuerpo, el
espíritu del hombre no puede entrar en él; sólo ronda alrededor del cuerpo al
que esta unido por un hilo de naturaleza eléctrica. Estudiando
clarividentemente grillos, langostas y otras pequeñas criaturas, es posible
observar impulsos que vienen de esos pequeños globos que rondan sobre sus
cuerpos, que demuestran sus movimientos y sentidos primitivos. Por lo tanto, se
dice que la real línea entre el vegetal y el animal viene con la llegada de la
sangre roja; consecuentemente, ciertos peces pequeños, moluscos, etc., son
técnicamente vegetales, aunque no reconocidos como tales por la ciencia. El
hígado es la llave de la sangre roja. El color rojo de la vestimenta de
Lucifer, se deriva del color de la sangre, y la palabra Lucifer significa: "portador de luz" (o calor) y es un
nombre de la sangre. Por esa razón es el espíritu de la tentación. En los
Misterios cristianos, la herida del hígado de Cristo por la lanza del
centurión, es un hecho especialmente místico, en tanto que Prometeo, el amigo
del hombre, encadenado en el pico del Monte Cáucaso, con el buitre que devoraba
su hígado, es el mismo mito expresado en el simbolismo de los antiguos griegos.
Es interesante, también, notar la
relación que hay entre las palabras "live" (vida) y "liver"
(hígado), porque tener un hígado (liver)
es vivir (to live). Siguiendo este
detalle, podemos notar que la palabra live
deletreada al revés se convierte en evil
(mal) y la palabra lived (vivido) se
convierte en devil (diablo). Esta
peculiar relación no sólo se encuentra en inglés, sino también, con ligeras
variantes, en otros varios idiomas. Cuando nos ocupamos de esto, sin embargo,
quedamos envueltos en el estudio Cabalístico, el cual es el análisis del
significado simbólico de las palabras.
Rojo es el color de la sangre y la
clave del hígado, y su efecto sobre los animales es muy notable. Irrita, excita
y en algunos casos realmente causa la locura de los animales. Por eso se usa,
frecuentemente, en la capa de los toreros. El torero mueve su capa frente al
toro y consigue, comúnmente, irritarlo. El uso de luces rojas no es una cosa
poco común en la magia negra. Los magos malos las usan para materializar
espectros, en tanto que la ciencia médica ya ha descubierto que son un fuerte
irritante si se aplica al cuerpo humano.
Durante la ira y el odio, el aura
astral del hombre se ve veteada con rojas llamas que tienen gran parecido con
los rayos. A menudo la base de la espina dorsal brilla con una luz roja oscura,
símbolo de odio, pasión o ira. Esta luz roja, brillando eternamente, en la base
de la columna vertebral, ha dado origen al relato que se hace del fuego del
infierno y de la condenación, pero los predicadores han olvidado de recordar a
los seglares, que ellos llevan consigo mismo su propio infierno a donde quiera
que vayan.
Se dice que el poder rojo es
derivado de la luz blanca de Sol, por medio del cuerpo de Samael, el espíritu
de Marte. Ésta es la causa del resplandor rojo en el cielo. Marte es el dios de
la guerra, la disputa, el odio y la disensión. Fue la deidad regente del
imperio romano, cuyos soldados llevaban rojo en sus uniformes como símbolo de
su mando. Siguiendo a Marte como guía conquistaron al mundo, y luego, cayeron
bajo las mismas espadas con que ellos habían asesinado a los otros.
Así como el rojo es el color del
cuerpo, el amarillo es considerado el color del alma. Por esta razón los
Buddhas y los salvadores del mundo son representados con un halo o aureola
dorada que los rodea. Esta luz es el hábito amarillo; también, es la luz que atestigua
la oscuridad, sobre la cual escribió San Juan. Esta luz, fluyendo del tercer
ventrículo, representa el Shekinah de los judíos, que está sobre el
propiciatorio, como un pacto entre Dios y el hombre. El amarillo es
vitalizador, un dador de vida. Por ello el Sol con sus rayos dorados y su
personificación - el Cristo - son, ambos, dadores de vida. La falta de
vitalidad puede ser tratada con éxito exponiendo el bazo al Sol.
El azul el más elevado de los tres
colores primarios, es el color dado al Padre. Es un color sedante, que
tranquiliza, y de especial valor para el tratamiento de la demencia y la
obsesión. Es difícil para los magos negros actuar con éxito en una luz azul. Su
afinidad con la mente es muy evidente, y se reúne como un mar eléctrico en la glándula
pineal y como un extracto de todas las cualidades espirituales de la naturaleza
humana. El núcleo azul de toda llama se dice que es el símbolo del Padre
invisible, oculto en el luminoso Sol. En las palabras del Cristo: "Aquél
que me ha visto a Mi, ha visto al Padre. Yo soy en el Padre y el Padre es en
Mi."
Es muy interesante el uso de los
colores en los símbolos. El dragón verde, al cual los héroes de la mitología
generalmente matan, representa la Tierra. La armadura blanca es un cuerpo
físico purificado. El mago negro es oscuridad e incertidumbre. Todos los
colores tienen un valor simbólico, y grandes lecciones pueden aprenderse del
estudio de la aplicación de estos valores en el ocultismo.
Tratando el tema de la fisiología y
anatomía oculta, debemos detenernos por un momento para dar crédito a los
alquimistas y rosacruces, quienes, durante la Edad Media, encubrían el estudio
de la anatomía oculta presentando los órganos del cuerpo humano en la forma de
retorta y otros recipientes utilizados para su alquimia. Uno de sus grandes
exponentes, dijo en resumen: "Nuestra química no es como la que se conoce
y donde se emplean los productos químicos, sino que la hacemos con ciertos
recipientes secretos" (órganos internos) “y sustancias químicas espirituales,
que son invisibles para el individuo ordinario. Nosotros no creemos en la
tortura de los elementos químicos", (combinándolos para formar gases,
vapores o masas hirvientes) "porque los productos químicos, lo mismo que
el hombre, pueden sufrir cuando se los combina en forma inadecuada".
El horno de los alquimistas era el
cuerpo humano. El fuego que ardía en él, estaba en la base de la espina dorsal.
La chimenea era la médula espinal, por la cual pasaban hacia arriba los vapores
para reunirse luego y ser destilados en el cerebro. Este fue un sistema secreto
llevado a Europa del lejano Oriente, en donde ha sido considerado, por siglos,
la más elevada forma de religión. Podemos llamar a estas verdades ocultas los
principios de la espiritualidad operativa para distinguirlas de la moderna
religión, la cual está formada enteramente de teorías especulativas. La gente
no sueña que la religión es fisiológica, ni creería que su salvación depende
enteramente del uso científico de los elementos y fuerzas internas de sus propios
cuerpos; pero a despecho de todo esto, puede ser dicho lo contrario; tal es el
caso. Durante los próximos años mucho se hará para iluminar al hombre en lo que
concierne al trabajo secreto de sus propias partes y miembros.
Es muy interesante notar la similitud
que existe entre las encarnaciones o apariciones en el mundo del gran avatara
Vishnú y los cambios que tienen lugar en el embrión humano antes del
nacimiento. Esto nos llevará a nuestro próximo tema: la embriología oculta.
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