PARTE III
LA ESPINA DORSAL
Conectando los dos mundos (arriba el
cielo y abajo la esfera de la oscuridad) está la espina dorsal, una cadena de
treinta y tres segmentos, que protege en su interior a la médula espinal. Esta
escalera de huesos juega un rol muy importante en el simbolismo religioso de
los antiguos. A menudo, se la menciona como un camino o escalera en espiral.
Algunas veces, se le llama la serpiente,
otras, la vara o cetro.
Los hindúes enseñan que hay tres
distintos canales o tubos en el sistema espinal. Los llaman Ida, Pingala y Sushumna. Estos canales
conectan los centros inferiores generativos del cuerpo con el cerebro. Los
griegos los simbolizaban por el caduceo, o báculo alado de Hermes. Éste
consistía en un bastón largo (el Sushumna
que va al centro), que terminaba en una perilla o bolita (que está en el centro
de la médula oblongata). A cada lado de esta perilla, están las alas arqueadas,
que se utilizaban para representar los dos lóbulos cerebrales. Arriba de este
báculo suben, alternativamente y en forma de espiral, dos serpientes, una negra
y la otra blanca. Éstas representan el Ida
y Pingala.
Los antiguos hindúes tienen una
leyenda concerniente a la diosa Kundalini, en la cual se dice que ella
descendió del cielo, por medio de una escalera o cuerda, a una pequeña isla que
se halla flotando en el inmenso océano. Relacionando esto con la embriología,
es evidente que la escalera o cuerda representa al cordón umbilical, y la
islita el plexo solar. Cuando la escalera es cortada y se desconecta del cielo,
la diosa huye aterrorizada a refugiarse en una caverna (el plexo sacro), en
donde ella se oculta totalmente a la vista de los hombres. Como Amaterasu, la
diosa japonesa del Rostro Refulgente, ella debe ser sacada de su caverna, pues,
mientras permanece ahí y se resiste a salir fuera, el mundo está en la
oscuridad. Kundalini, es una palabra
sánscrita cuyo significado es: "una fuerza serpentina, o gas
enroscado". Esta fuerza, según lo declaran los sabios orientales, puede
ser dirigida hacia arriba a través del canal espinal central (Sushumna). Cuando
esta esencia se encuentra con el cerebro, abre el centro de la conciencia
espiritual y percepción interna, llevando con ello la iluminación espiritual.
El sistema cultural por el cual eso es posible, es la enseñanza más secreta de
los santos orientales, porque ellos saben que esta fuerza serpentina o enroscada
no sólo lleva a la iluminación sino que, como la serpiente que es un símbolo,
es, también, mortalmente venenosa.
Conocimientos superficiales o
fragmentos de ocultismo oriental están llegando frecuentemente al mundo
Occidental, pero, lamentamos decirlo, con ellos vienen interminables
sufrimientos y males, porque estas grandes verdades en las manos de individuos
incapaces de comprenderlas o aplicarlas correctamente, destruyen la
inteligencia y la razón.
A lo largo de la espina dorsal hay
cierto número de nervios, ganglios y plexos. Todos estos tienen lugar en el
simbolismo religioso. Por ejemplo, se nos dice, que los antiguos judíos
llamaban al plexo sacro y al ganglio sacrocoxígeo, las ciudades de Sodoma y Gomorra. Hay un pequeño plexo en la región
de los riñones llamado plexo sagitario,
al cual los antiguos llamaron la ciudad
de Tarso, donde San Pablo luchó con las bestias. El ocultismo superior
enseña que las flores de loto (centros nerviosos de la espina dorsal) son como
polos negativos, que dan testimonio de los siete grandes centros positivos de
conciencia localizados en el cerebro. Estos siete centros funcionan por medio
de los otros centros que se hallan en la espina dorsal en la misma forma,
aproximadamente, en que los siete espíritus ante el trono funcionan por medio
de los cuerpos planetarios. El discípulo es advertido de no trabajar con los
centros que se hallan en la espina dorsal, sino que debe hacerlo con los
centros gobernantes - los centros del cerebro.
El caminar errante de los Hijos de
Israel en el desierto, el peregrinaje de los mahometanos a la Meca, los
interminables peregrinajes de los santos hindúes que se pasan la vida yendo de
un templo a otro, representan el peregrinaje del fuego espiritual (kundalini) a través de los centros
nerviosos que se hallan a lo largo de la espina dorsal. Siguiendo ciertas
instrucciones particulares, la fuerza es llevada a estos centros, uno tras
otro, hasta que, visto clarividentemente, se convierten estas áreas en una
especie de flores luminosas, de las cuales dimanan rayos de luz, semejando los
pétalos. Cada uno de estos lotos tienen diferentes números de pétalos de
acuerdo con las ramificaciones nerviosas que dependen de él.
Se dice que el Logos, cuando llegó
el momento de crear el universo material, entró en estado de profunda
meditación, concentrando el poder de su pensamiento en los siete centros,
semejantes a flores, de los siete mundos. Esa fuerza vital, descendiendo
gradualmente del cerebro (el cual era el gran mundo superior) y penetrando en
las flores de loto, una por una, dio nacimiento a los mundos inferiores.
Cuando, al final, ese fuego espiritual penetró en el centro más bajo, el mundo
físico fue creado, y su fuego estaba en la base de la espina dorsal. Cuando el
mundo retorne a él de nuevo , y el Logos vuelva a ser supremo en conciencia,
será porque retiró la vida de estos siete centros, comenzando por los
inferiores, llevándolas nuevamente, al cerebro. Así es que la senda de
evolución de todas las cosas vivientes es elevar este fuego, cuyo descenso hizo
posible su manifestación en estos mundos inferiores y cuyo ascenso les pondrá,
otra vez, en armonía con los mundos superiores.
Este mito de la fuerza vital que
desciende y toma a su cargo el gobierno de los mundos, se encuentra en todos
los pueblos civilizados de la tierra. Esto es el Hiram Abiff) quien construyó
el Templo Masónico (los cuerpos), y que fue muerto por los tres vehículos que
él había formado. Tiene su similitud con el Cristo, muerto por los pecados del
mundo.
Por el hecho de que este fuego
espinal es una fuerza enroscada, serpentina, en todas partes del mundo se ha
usado la serpiente para representar a los salvadores del mundo. El uraeus (emblema de serpiente) usado por
los sacerdotes egipcios en su frente, era un símbolo del Kundalini, la sagrada cobra que, cuando fue elevada en el desierto,
salvó a todos aquéllos que la contemplaron (Moisés y la serpiente de bronce).
Así como el cerebro es el centro del
mundo divino, el plexo solar es el centro del mundo humano que, representando
la semiconciencia, une la inconsciencia de abajo con la conciencia de arriba.
El hombre no sólo es capaz de pensar con el cerebro; cierta fase del
pensamiento es producida por los centros nerviosos del plexo solar.
Probablemente, antes de ir más
adelante, será prudente describir la diferencia que hay entre un médium y un
clarividente. Para la mayoría de las personas no hay ninguna diferencia, pero,
para el místico, estas dos fases de la vista espiritual, están separadas entre
si por los límites de las etapas totales en la evolución humana.
Un clarividente es aquél que ha
elevado al cerebro la fuerza espinal serpentina y por su desarrollo ha merecido
el derecho de percibir los mundos invisibles con la ayuda del tercer ojo, o
glándula pineal. Este órgano de conciencia, que millones de años ha, conectaba
al hombre con los mundos invisibles, se cerró durante el período lemúrico,
cuando los órganos sensorios, perceptores del mundo objetivo, comenzaron a
desarrollarse. Los ocultistas, sin embargo, por el proceso de desarrollo al
cual nos hemos referido someramente antes, pueden volver a abrir este ojo y por
medio de él explorar los mundos invisibles. El clarividente no nace, se hace.
Los médiums no se hacen, nacen. El clarividente puede llegar a serlo sólo
después de años, algunas veces, de vidas, de autopreparación; por el otro lado,
el médium, sentándose en una habitación a oscuras o por otras prácticas
similares, puede obtener ciertos, resultados en muy pocos días.
El médium usa el plexo solar como un
espejo, y en sus nervios sensitivos son reflejados cuadros registrados en los
éteres invisibles. A través del bazo (que es el portal del cuerpo etérico) el
médium permite la entrada, en su constitución espiritual, de inteligencias
desencarnadas, dando como resultado el oír voces y otras manifestaciones
psíquicas. La escritura automática se consigue permitiendo, al brazo etérico de
una inteligencia extraña, el control temporario del brazo físico del médium.
Esto no es posible hasta tanto el médium no quita su doble etérico del brazo,
pues dos cosas no pueden ocupar el mismo lugar al mismo tiempo. El resultado de
la separación periódica de las fuerzas vitales del brazo físico, es muy
desastroso, llegando, frecuentemente, hasta la parálisis.
La mediumnidad es antinatural para
el hombre, mientras que la clarividencia es el resultado natural del
crecimiento y desarrollo de la naturaleza espiritual. Hay cien médiums por un
clarividente, porque sólo puede llegarse a ser clarividente por el autodominio
y el ejercitamiento de un tremendo poder; mientras que, el más débil, el más
enfermo y más nervioso de los individuos, es el que mejor médium resulta. El
clarividente desarrolla su mente llenándola de benéficos conocimientos, en
tanto que la primera instrucción que se le da al que quiere ser médium, es:
"Trate de dejar su mente vacía."
La razón por la cual la mediumnidad,
a través del plexo solar, es una retrogradación, puede ser resumida como sigue:
Los espíritus-grupo, que controlan el reino animal, desempeñan sus cargos
produciendo imágenes en el plexo solar, pues el animal no tiene mente
autoconsciente. Su resultado es que, en lugar de pensar con su propio cerebro,
piensa con el cerebro del espíritu-grupo, a quien esta unido por invisibles
hilos magnéticos. Estos hilos conducen sus impresiones y las fotografías en el
sistema nervioso simpático. No teniendo voluntad propia, el animal es incapaz
de combatir sus impulsos y, en consecuencia, los obedece implícitamente. El
hombre se gobierna a si mismo por medio del sistema cerebro espinal, porque ha
desarrollado la individualidad, y el sistema simpático ya no lo gobierna más.
Exponiéndose a los impulsos que le llegan por el plexo solar, el médium
obstaculiza su propio desarrollo al no permitir que el sistema nervioso cerebro
espinal controle su destino.
Al hombre siempre le ha gustado
apoyarse en las cosas externas. No le agrada enfrentar cada problema y
resolverlo con el cerebro que Dios le ha dado. Por eso, busca el apoyo de los
mundos invisibles, pidiéndoles ayuda para realizar la obra que debiera llevar a
cabo por su propio esfuerzo.
Miles de personas deben participar
de la responsabilidad del médium, porque muchos de ellos siguen ese camino
debido a que cientos de personas desean hablar con sus parientes muertos o
tener informaciones reservadas sobre los valores de la Bolsa. Aquéllos que
alientan cosas que ellos no harían por si mismos, son personalmente
responsables por el daño que, por su egoísmo, han permitido que les llegue a
otras personas.
La diferencia, por lo tanto, entre
la mediumnidad y la clarividencia se halla cerca de la mitad de la columna
vertebral. Es la diferencia entre lo negativo y lo positivo; es la diferencia
que hay entre la oscuridad de una habitación en donde se realiza, a medianoche,
una sesión espiritista y la ceremonia al mediodía en un templo.
Todos los órganos que se encuentran
dentro del cuerpo humano tienen su significación religiosa. El corazón, con sus
cámaras, es en si un templo erigido sobre la montaña del diafragma. El bazo,
con su pequeño cuerpo en forma de sombrilla, concentra los rayos solares y
tiene a su cargo el cuerpo etérico. Es este cuerpo etérico, enrollado dentro
del bazo, el que inyecta en el sistema circulatorio los corpúsculos blancos de
la sangre.
Nosotros sabemos que el cuerpo
humano ha servido de inspiración para casi todas las invenciones mecánicas. Las
bisagras han sido copiadas del cuerpo humano; lo mismo las perillas y la cuenca
o alvéolo que las contienen. Se nos ha dicho que la primera instalación de
plomería fue reproducida de los sistemas circulatorios arterial y venoso.
Centenares de máquinas e implementos han sido inspirados por los sutiles
movimientos del funcionamiento de nuestros propios vehículos, porque el cuerpo
humano es la más maravillosa máquina que pueda concebirse y, por eso, la mejor
que pueda la mente humana estudiar.
La estrecha relación que existe
entre el sistema generativo inferior y el cerebro en la parte superior (porque
el cerebro es un sistema generativo positivo) se debe, desde luego, a la médula
espinal que los conecta. En un momento determinado, cierto número de pequeñas
puertas, que ahora separan el cerebro del sistema generativo, se abren, y el Sushumna se convierte en un abierto
túnel y, así, cada impulso es llevado inmediatamente a ambos extremos del
cuerpo. Es por esta razón que el candidato hace voto de castidad, ya que la
estrecha conexión existente en los discípulos avanzados entre el cerebro y el
sistema reproductivo, exige una absoluta conservación de todas las energías
vitales. Las amígdalas están conectadas directamente con el sistema generativo;
en realidad, ellas son parte de su polo positivo formado por el cerebro. La
deplorable costumbre actual de vacunar y de cortar las amígdalas a los niños
apenas llegan al mundo, producirá en alguna época una definida degeneración de
la raza. La mayoría de las amígdalas se infectan a causa de que el niño, en los
primeros años, come demasiados dulces. La moral es no cortar las amígdalas, y
suprimir los dulces. La mayor parte de los padres son responsables por la enfermedad
de sus hijos. Ya sea por su ignorancia o por indulgencia, ellos permiten que la
inconsciencia infantil, que todavía no esta controlada por los vehículos
superiores, los destruya antes de que la vida se exprese plenamente. Cuando los
niños están enfermos en los primeros años de vida, el médico encontrará,
habitualmente, la causa del mal en los padres, y el padre o la madre - no el
niño - deberá ser medicamentado por las píldoras que necesite. Si el estómago
se mantiene en condiciones adecuadas, las amígdalas se mantendrán también en
buenas condiciones. La absoluta economía demostrada por la Naturaleza en la
construcción de todas sus estructuras sería prueba suficiente de que el Señor
no estuvo perdiendo su tiempo cuando hizo las amígdalas y el apéndice. Él tuvo,
aparentemente, su razón para hacerlo, pero estos pobres, inofensivos órganos,
se han convertido en una mina de oro para los médicos, quienes los quitan a la
más ligera provocación. Se nos dice que la posición vertical asumida por el
cuerpo humano, que fuerza el contenido de la región intestinal a viajar, parte
del tiempo, cuesta arriba, es la razón de la existencia del apéndice, que se ha
perdido en las criaturas de porte horizontal. Cada órgano no sólo tiene su
propósito visible sino, también, un invisible propósito espiritual, y puede ser
envidiado el individuo que trata de llevar su vida preservando intactos, en
todo lo que le sea posible, sus miembros y partes anatómicas originales.
En cuanto a la deuda de la ciencia
para con el cuerpo humano, debemos agregar que el sistema decimal es el
resultado del contar con los dedos del hombre primitivo, por lo cual el número
diez se convirtió en la unidad de enumeración. El antiguo codo fue, también, la
distancia entre el codo y el extremo del segundo dedo, o aproximadamente,
dieciocho pulgadas. Así sucede si retrocedemos en el estudio de las cosas,
encontrando que, casi todo con lo que el hombre se ha rodeado, es una
adaptación del cuerpo con el cual Dios ha envuelto su espíritu.
El hombre va conquistando,
gradualmente, el control no sólo de los órganos de su cuerpo sino, también, de
sus funciones. La ciencia establece que ciertos órganos funcionan mecánica o
automáticamente, pero el ocultismo considera que no hay nada mecánico en lo que
se refiere a las funciones del cuerpo humano. Tomemos el ejemplo de un obrero
tirando un trozo de hierro entre las ruedas y palancas de una maquina en
perfectas condiciones de marcha. Se oirá un chirrido y la maquina se detendrá.
Por otro lado, si se tira, figuradamente, una llave inglesa dentro del cuerpo
humano, éste, inmediatamente, comenzará el proceso de eliminarla. Rodeará al
elemento extraño con una envoltura y tratará de absorberlo. Si esto es
imposible, tratará de arrojarlo hacia afuera por algún canal adecuado para ese
propósito. Si estos medios fracasan, se acostumbrará, en muchos casos, a la
presencia del obstáculo y procurará seguir sus funciones de algún modo. Esto
demuestra, sin duda alguna, que las partes orgánicas del hombre poseen cierta
forma inherente de inteligencia; por lo tanto, ellas no son máquinas, porque
ninguna invención mecánica es capaz de tener inteligencia.
Paracelso, el gran médico suizo,
quien, después de estar muchos años en el lejano Oriente retornó a Suiza para
enseñar medicina, fue el primero que dio al mundo europeo su concepto de los
espíritus de la Naturaleza. Enseñó que las funciones de la Naturaleza estaban
bajo el control de pequeñas criaturas, invisibles para los sentidos normales
pero que, trabajando a través de los reinos de la vida, minerales, plantas,
animales, y partes del cuerpo humano, mantenían a todos ellos desenvolviéndose
de una manera inteligente, bajo el control de la gran jerarquía celestial de
Escorpión, que tiene a su cargo la construcción de los cuerpos en la Naturaleza,
estos elementales son las inteligencias invisibles que gobiernan el cuerpo
humano y sus funciones.
Como resultado de la siempre
evolucionante conciencia del hombre, éste está adquiriendo un control más
completo de las funciones de sus diversos órganos. Hay dos clases de músculos -
voluntarios e involuntarios - siendo la diferencia que los músculos
voluntarios, que son controlados por la mente consciente del individuo, tienen
sus fibras que corren en dos modos y cruzándose entre si, mientras que los involuntarios
no tienen fibras que los crucen. El corazón ha sido considerado un músculo
involuntario, pero está comenzando, ahora, a mostrar fibras cruzadas,
prefigurando así los días en que el hombre consciente e inteligentemente
regulará los latidos de su propio corazón. Lo mismo reza, con respecto a todos
los otros órganos que sobreviven a los periódicos cambios que van teniendo
lugar en la constitución del hombre. Los santos orientales pueden, con todo
éxito, vivir sin que su corazón lata; pueden pararlo y hacerlo latir a su
voluntad. Echando la lengua hacia atrás y tapando así el pasaje del aire a los
pulmones, pueden permanecer por meses inmóviles. Muchos chelas orientales, hacen esto mientras reciben iniciaciones
espirituales fuera del cuerpo físico. Se han registrado casos de santos que han
sido enterrados vivos. Semanas más tarde, al ser desenterrados, se encontró que
el cuerpo estaba seco como un cuero. Se le echó agua encima, y después de un
cierto lapso, el hombre, que no había respirado durante semanas, se levantó y
empezó a caminar. Éste es el resultado del extraordinario control que la mente
es capaz de conquistar sobre las funciones del cuerpo.
El ocultismo enseña que hay todo un
universo dentro del cuerpo humano; que él tiene sus mundos; sus planos, dioses
y diosas. Millones de diminutas células son sus habitantes. Éstas están
agrupadas en reinos, naciones y razas. Hay las células óseas y las células
nerviosas, y millones de estas pequeñísimas criaturas, al agruparse, se
transforman en una cosa compuesta de muchas partes. El Gobernador Supremo y
Dios de este gran mundo es la conciencia del hombre que dice: "yo
soy". Esta conciencia toma su universo y lo lleva hasta otra ciudad. Cada
vez que va y viene por las calles, ella toma sus centenares de millones de
sistemas solares y los lleva consigo, pero, siendo tan infinitesimales, el
hombre no puede comprender que ellos son realmente mundos.
Igualmente, nosotros somos células
individuales en el cuerpo de una creación infinita que se mueve a si misma a
través de la infinitud, a una velocidad desconocida. Los soles, las lunas y
estrellas, son, meramente, huesos del gran esqueleto compuesto de todas las
sustancias del universo. Nuestras propias minúsculas vidas son, simplemente,
partes de esa infinita vida que circula y palpita a través de las arterias y
venas del espacio. Pero todo eso es tan vasto que esta más allá de la
comprensión de este pequeño "yo soy" en nosotros. Por lo tanto,
podemos decir que ambos extremos son, igualmente, incomprensibles. Vivimos en
un mundo medio, con infinita grandeza por un lado e infinita pequeñez por el
otro. A medida que nuestro desarrollo se va ampliando, también lo hace nuestro
mundo, dando como resultado el que vayamos comprendiendo cada vez más todas
estas maravillas.
ANATOMÍA OCULTA DEL HOMBRE |
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