LA MUSICA DE LAS ESFERAS
por Manly P. Hall
THE MUNDANE MONOCHORD WITH ITS PROPORTIONS AND INTERVALS.
From Fludd's De Musica Mundana
(aproximadamente 582 a. C. - 507 a. C., en griego: Πυθαγόρας ο Σάμιος)
Pintura de JAKnapp
De todas las especulaciones pitagóricas, la más sublime pero menos
conocida era la de la armónica sideral.
Se dice que, de todos los hombres, sólo Pitágoras escuchó la música de las esferas. Aparentemente los caldeos fueron los primeros
en concebir cuerpos celestiales que se unían en un cántico cósmico mientras se
movían de manera sublime por el cielo.
Job describe una época "donde las estrellas de mañana cantaban
unidas," y en El Mercader de Venecia
el autor de los dramas shakesperianos escribe:
"No hay órbita tan pequeña que no puedas contemplar pero en su
movimiento canta como un ángel."
Sin embargo, queda muy poco del sistema pitagórico de la música
celestial que es sólo posible aproximarlo a su actual teoría.
Pitágoras concebía que el universo era un monocordio inmenso con su
única cuerda conectada en su parte superior al espíritu absoluto y en su parte
inferior a la materia absoluta --en
otras palabras, una cuerda estirada entre el cielo y la tierra. Contando desde la circunferencia de los
cielos, Pitágoras, según algunas autoridades, dividió el universo en nueve
partes; según otros, en doce. Este
sistema de doce partes era de la siguiente manera: la primera división fue llamada empyrean, o la esfera de las estrellas
fijas, y era la morada de los inmortales.
La segunda división era (en este orden) las esferas de Saturno, Júpiter,
Marte, el Sol, Venus, Mercurio, y la Luna, el fuego, el aire, el agua y la
tierra. Esta clasificación de los siete
planetas (con el Sol y la Luna siendo reconocidos como planetas en la
astronomía antigua) es idéntica al simbolismo del candelabro de los judíos --el Sol en el centro, siendo el tallo
principal, con tres planetas a cada lado de él.
Los nombres que los pitagóricos daban a las distintas notas de la
escala diatónica eran, de acuerdo con Macrobius, derivadas de una estimación de
la velocidad y magnitud de los cuerpos planetarios. Cada una de estas esferas gigantes que
corrían sin fin por el espacio, sonaban con un tono específico provocado por su
contínuo desplazamiento de la difusión
etérea. Según estos tonos se manifestaban en un
movimiento y orden divino, tenían que seguir necesariamente la armonía de su
propio origen. "La afirmación de
que los planetas se movían alrededor de la Tierra y emitían ciertos sonidos
diferentes de acuerdo con su respectiva magnitud, celeridad y distancia local,
fue comúnmente hecha por los griegos.
Por lo tanto, Saturno, el planeta más lejano, daba la nota más grave,
mientras que la Luna, siendo la más cercana, daba la más aguda. Estos sonidos de los siete planetas y la
esfera de las estrellas fijas, unidas con la que está sobre nosotros [Antichthon], son las nueve Musas, y su
sinfonía unida se llama Mnemosyne." (Véase El
Canon). Esta cita contiene una
referencia oscura de las nueve divisiones del universo que se mencionaron
anteriormente.
Los griegos iniciados también reconocían una relación fundamental entre
los cielos individuales o esferas de los siete planetas y las siete vocales
sagradas. El primer cielo emitía el
sonido de la vocal sagrada Alpha; el segundo cielo la vocal sagrada
Epsilon; el tercero, Eta; el cuarto, Iota; el quinto, Omicron;
el sexto, Upsilon; y el séptimo
cielo, la vocal sagrada Omega. Cuando estos siete cielos cantan unidos
producen una armonía perfecta que asciende como una oración interminable al
trono del Creador. (Véase Contra las Herejías de Ireneo). Aunque todavía no se ha establecido, es
probable que los cielos planetarios sean considerados como ascendientes en el
orden pitagórico, comenzando con la esfera de la Luna, que sería el primer
cielo.
Muchos instrumentos antiguos tenían siete cuerdas y, generalmente,
Pitágoras fue el que añadió la octava a la lira de Terpander. Las siete cuerdas siempre estaban
relacionadas tanto a su correspondencia con el cuerpo humano como con los
planetas. Los nombres de Dios también se
concebían como formados de combinaciones de las siete armonías
planetarias. Los egipcios unían sus
canciones sagradas a los siete sonidos primarios, prohibiendo que otros sonidos
se pronunciasen en sus templos. Uno de
sus himnos contenía la siguiente invocación:
"Los siete tonos te adoran
gran Dios, Padre trabajador incansable de todo el universo." En otra invocación, la Deidad se describe
a sí misma así: "Soy la gran lira indestructible del mundo entero, entonando las
canciones de los cielos." (Véase
la Historia de la Música de Nauman).
Los pitagóricos creían que todo lo que existía tenía voz y que todas
las criaturas cantaban eternas alabanzas al Creador. El hombre no puede oir estas melodías divinas
porque su alma está envuelta en la ilusión de la materia. Cuando se libere del nudo del bajo mundo con
sus limitaciones de sentido, la música de
las esferas será otra vez escuchada como en la Edad Dorada. La armonía se reconoce a sí misma, y cuando
el alma humana retoma su verdadero estado, no sólo escuchará el coro celestial,
sino que también se unirá a un himno interminable de esa Bondad Eterna que controla el número infinito de partes y
condiciones del ser.
Los Misterios Griegos incluyen en sus doctrinas un concepto magnífico
de la relación que existía entre la música y la forma. Por ejemplo, los elementos de la arquitectura
eran considerados comparables a los modos y las notas musicales, o como si tuvieran
una contraparte musical. En
consecuencia, cuando un edificio era erigido por un número de estos elementos
combinados, la estructura se parecía a una cuerda musical, que sólo era
armónica cuando satisfacía por completo los requisitos matemáticos de los
intérvalos armónicos. La realización de
esta analogía entre el sonido y la forma llevó a Goethe a decir que "la arquitectura es música
cristalizada."
Cuando construyeron sus templos de iniciación, los antiguos sacerdotes
demostraban constantemente su conocimiento superior de los principios que
fundamentan el fenómeno conocido como vibración. Una parte considerable de los ritos del
Misterio consistía de invocaciones y entonaciones para cuyo propósito se
construyeron cámaras especiales de sonido.
Una palabra susurraba en uno de estos apartamentos tan intensamente que
los retumbes hacían que el edificio entero temblara y se llenara de un rugido
ensordecedor. La madera y roca usada en
la construcción de estos edificios sagrados eventualmente llegó a permear tanto
con las vibraciones sonoras de las ceremonias religiosas que, cuando se
cerraban reproducían los mismos tonos repetidamente impresos dentro de su
sustancia por los rituales.
Cada elemento en la Naturaleza tiene su nota individual. Si estos elementos se combinan en una estructura compuesta el resultado es una cuerda que, si se suena, desintegrará el compuesto en sus partes integrales. De igual forma, cada individuo tiene una nota que, si se suena, lo destruirá. La alegoría de la Muralla de Jericó cuando cayó al sonido de las trompetas de Israel sin duda intenta establecer el significado arcano de la nota individual de la vibración.
THE THEORY OF ELEMENTAL MUSIC.
From Fludd's De Musica Mundana.
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Traducción del original en inglés The Music of the Spheres, The Secret
Teachings of All Ages, Diamond Jubilee Ed., LXXXII - LXXXIII, Manly P.
Hall, S&R Traductoras 787-760-3527, 19 de abril de 2009.
" Eu sou a luz do mundo;
quem me segue, de modo algum andará em trevas,
mas terá a luz da vida."
João 8:12
Philosophical Research Society
Manly Palmer Hall Media Archive and Memorial
Diretório de Manly P. Hall na Biblioteca Upasika
The Secret Teachings of All Ages
A Santíssima Trinosofia do Conde de Saint-Germain - Notas e Comentários de Manly Palmer Hall
O seguinte foi escrito por Manly P. Hall, em sua estada em Mt. Ecclesia, sede da internacional The Rosicrucian Fellowship, no verão de 1922, tendo sido publicado na revista Rays from the Rose Cross, em meados do mesmo ano.
"Agora que nos encontramos nas belas terras de nossa moderna Escola de Mistérios, não podemos deixar de pensar nos antigos Iniciados que observavam, de suas pirâmides, o firmamento , contando e nomeando aqueles maravilhosos signos, que são as chaves da vida mortal. Mirando dos maravilhosos Zigurats estenderam seus braços à Deus, sentindo quão pequenos e indefesos eram eles entre as maravilhas do universo. Assim, milhares de anos mais tarde, nós nos encontramos acerca de nosso Templo e erguemos nossos olhos ao mesmo Deus, agradecendo-Lhe a maior compreensão que temos suplicando-Lhe apenas poder ajudar a humanidade para que também possam conhecer as grandiosas verdades que se descortinam no céu à meia-noite. Contemplamos novamente o nosso Templo, este imponente Tabernáculo de Mistérios da nova era, com sua formosa cúpula. Como as estrelas do firmamento projeta sua mística luz, qual luminoso farol , que pode ser contemplado ao longo de muitas milhas, símbolo da luz espiritual que leva esperança e amor para todo o mundo. Porque este local parece tão belo ? Há muitos outros lugares no mundo onde as estrelas podem ser observadas e estudadas, onde milhares de pessoas também podem contemplar o mesmo radiante por de sol, e desfrutar semelhante e maravilhoso clima . Mas há algo aqui que não pode ser encontrado em qualquer outra parte do mundo. Há algo aqui que é repousante e peculiar ; parece uma terra santa. É devido ao amor enviado por milhares de membros e as vidas de abnegação e serviço que aqueles que aqui trabalham vivem todos os dias, o que produz este oásis de beleza na terra. "
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